Si bien nada puede salir de un agujero negro, cualquier cosa puede entrar en él: los agujeros negros son grandes devoradores de materia. En lugares muy poblados, como el centro de las galaxias, la formación de un agujero negro es un acontecimiento trágico, pues pronto comenzará a devorar a sus vecinos. La inmensa fuerza de gravedad comenzará por tragar el gas que hay en las cercanías; luego, desgarrará las estrellas que por azar se acerquen y terminará por devorar sistemas estelares enteros, incluidos otros agujeros negros. Todo esto acelera el proceso, porque la materia tragada aumenta la masa del agujero negro y esto aumenta la fuerza de atracción, lo que lo ayuda a devorar más rápido... Se comprende fácilmente que los astrofísicos teóricos esperen que en los centros de las galaxias existan agujeros negros, aunque sean difíciles de descubrir.
En efecto, los agujeros negros son difíciles de detectar. Puesto que nada puede salir de un agujero negro, ni tampoco estos emiten ningún tipo de radiación que los haga visibles. Sólo su campo gravitacional permite detectarlos, pero este es un detector muy malo: toda forma de energía emite el mismo campo gravitacional y, a menos que esté muy cerca del borde del agujero negro, es indistinguible del campo gravitacional de otros objetos. La única detección posible es indirecta, a través de su poder destructor. La materia que cae hacia un agujero negro casi nunca lo hace directamente: primero es atrapada por la gravedad del agujero negro y comienza a girar alrededor de él formando una estructura chata de gas llamada disco de acreción. La materia que cae es tanta, que no toda tiene tiempo de atravesar la superficie del agujero negro y desaparecer. La materia se acumula en las cercanías "haciendo cola" para ser devorada y la presión se hace tan grande que una parte del gas, maltratado y recalentado, escapa perpendicularmente del disco de acreción y forma dos chorros de gas relativista. Tales chorros de gas son losjetsobservados en los quasars.
El disco de acreción de un agujero negro gigante está profundamente sepultado dentro de la galaxia y sólo puede detectarse desde el espacio, a veces, donde no hay turbulencia atmosférica que borronee las imágenes. Pare hacerlo, se aprovechan los "gritos de protesta" de la materia, brutalmente golpeada y calentada por el movimiento; aquellos pueden ser capturados por los astrónomos en forma de microondas, luz o rayos X. Estos últimos son los más significativos, porque para emitir rayos X la materia debe haberse calentado hasta una temperatura de algunos millones de grados, lo que puede ocurrir únicamente en las cercanías de un agujero negro compacto.
Fuente: Revista Ciencia Hoy